Una perspectiva villamariense en las Filipinas.
Entre desapariciones, asesinatos e inimaginable violaciones de derechos humanos se realizaron las elecciones presidenciales en la Rep. de Filipinas el 10 de mayo de 2010. En ellas tuve la oportunidad de ser observador internacional trabajando para la organización llamada: “People´s international observers mision”.
Entre desapariciones, asesinatos e inimaginable violaciones de derechos humanos se realizaron las elecciones presidenciales en la Rep. de Filipinas el 10 de mayo de 2010. En ellas tuve la oportunidad de ser observador internacional trabajando para la organización llamada: “People´s international observers mision”.
A pesar de que las
irregularidades e ilegalidades en las elecciones sobrepasaron mis
expectativas, esto no fue lo que más llamó mi atención ya que apenas
bajamos del avión en Manila (capital del país) empezamos a ser testigos
de otros problemas aun mayores. Todo el país se ve inmerso en una
situación de conflicto social violento que sólo se mantiene a través de
la represión y el terrorismo estatal. Al igual que nuestro “Proceso de
Reorganización Nacional”, Filipinas tiene su “Oplan Bantay Laya” (Plan
contra-insurgencia). El mismo implica 500 tropas de los Estados Unidos,
32.000.000 U$S y la implementación de prácticas de persecución política a
todo aquel que desacuerde con el gobierno de la actual presidenta
Gloria Macapagal-Arroyo. Desde que la ejecución del mismo comenzó en el
año 2001 han desaparecido 205 personas, han asesinado extrajudicialmente
a 1191 ciudadanos y se han arrestado y torturado a 1949 civiles. El
caso más paradigmático se relaciona a “los 43” que son un grupo de 43
enfermeros/as que realizaban trabajo social en una de las villas de
Manila. Cuando uno de sus compañeros desapareció, realizaron algunos
artículos y movilizaciones. Luego de algunos días fueron arrestados y
torturados por el ejército militar de Filipinas, acusados de tener
granadas en la enfermería y de ser parte de “New People´s Army”
(Ejercito del Nuevo Pueblo). Durante mi estadía en Manila un grupo de
gente del equipo de observadores internacionales tuvo la oportunidad de
visitar a “los 43” en la cárcel. Allí los 43 enfermeros/as y médicos/as
comentaron que el proceso por el cual se los arrestó fue realizado sin
orden judicial y sin testigos. Plantaron las dos granadas en la
enfermería y se llevaron a los 43 acusándolos de ser parte de un grupo
guerrillero del cual ellos no tenían ni idea.
Otro de los casos paradigmáticos me tocó más de cerca. Hace pocos días, el 17 de mayo a las 9:15am, un activista de derechos humanos y pastor evangelista y progresista de Filipinas fue asesinado en frente de su Iglesia antes de entrar a misa. Samson Mike Rivera fue baleado de la misma forma que las otras 1191 personas. Dos hombres en motocicleta, un disparo en la cabeza y otro en el lado izquierdo del pecho. El pastor trabajó junto al equipo de observadores internacionales, del cual fui parte, y las organizaciones que hicieron posible que las elecciones fuesen controladas por la comunidad internacional. También se ocupó de denunciar las desapariciones y muertes de sus compañeros. Todo esto le costó la vida.
Estos casos describen brevemente la situación de este país que ante nuestros ojos aparece como remoto y desconocido, inclusive hasta como insignificante para muchos. A pesar de ello no puedo dejar de recordar que durante nuestros años de oscuridad en la dictadura de 1976, muchos casos de desaparecidos y violaciones de derechos humanos fueron revelados en el exterior y la presión internacional ayudó a que muchos se salvaran. Es imposible dejar de lado el esfuerzo de parte de la sociedad argentina en los años 70, como así también el trabajo de los filipinos en el presente, pero es innegable que la solidaridad internacional puesta en una carta o un artículo empujan la implementación de los derechos humanos en contra del Terrorismo de Estado. Con pocas líneas, poco esfuerzo y mucha fuerza de cooperación se puede, desde el lugar de cada uno, salvar vidas y evitar la tortura de miles. Aquí no se trata de vender nada, ni tampoco de cooptar a nadie, sino más bien de motivar la solidaridad con gente que está sufriendo lo mismo que en otros tiempos sufrimos nosotros.
Sólo hay que enviar una carta a la embajada de Filipinas en Buenos Aires denunciando la violación de derechos humanos, el arresto político de los 43 y el asesinato y tortura de 1191 personas. La misma tiene que ser dirigida a: La Embajada de la Republica de Filipinas
Cancillería:
Lidoro Quinteros 1386 (C1428BXR)
Buenos Aires, Argentina
Tel : (5411) 4782-4752; 4786-7500; 4786-7666.
Amigos, ciudadanos, profesores, enfermeros, médicos, trabajadores sociales y miles de personas se los van a agradecer.
Marcos S. Scauso
D.N.I. 29.739.796
Otro de los casos paradigmáticos me tocó más de cerca. Hace pocos días, el 17 de mayo a las 9:15am, un activista de derechos humanos y pastor evangelista y progresista de Filipinas fue asesinado en frente de su Iglesia antes de entrar a misa. Samson Mike Rivera fue baleado de la misma forma que las otras 1191 personas. Dos hombres en motocicleta, un disparo en la cabeza y otro en el lado izquierdo del pecho. El pastor trabajó junto al equipo de observadores internacionales, del cual fui parte, y las organizaciones que hicieron posible que las elecciones fuesen controladas por la comunidad internacional. También se ocupó de denunciar las desapariciones y muertes de sus compañeros. Todo esto le costó la vida.
Estos casos describen brevemente la situación de este país que ante nuestros ojos aparece como remoto y desconocido, inclusive hasta como insignificante para muchos. A pesar de ello no puedo dejar de recordar que durante nuestros años de oscuridad en la dictadura de 1976, muchos casos de desaparecidos y violaciones de derechos humanos fueron revelados en el exterior y la presión internacional ayudó a que muchos se salvaran. Es imposible dejar de lado el esfuerzo de parte de la sociedad argentina en los años 70, como así también el trabajo de los filipinos en el presente, pero es innegable que la solidaridad internacional puesta en una carta o un artículo empujan la implementación de los derechos humanos en contra del Terrorismo de Estado. Con pocas líneas, poco esfuerzo y mucha fuerza de cooperación se puede, desde el lugar de cada uno, salvar vidas y evitar la tortura de miles. Aquí no se trata de vender nada, ni tampoco de cooptar a nadie, sino más bien de motivar la solidaridad con gente que está sufriendo lo mismo que en otros tiempos sufrimos nosotros.
Sólo hay que enviar una carta a la embajada de Filipinas en Buenos Aires denunciando la violación de derechos humanos, el arresto político de los 43 y el asesinato y tortura de 1191 personas. La misma tiene que ser dirigida a: La Embajada de la Republica de Filipinas
Cancillería:
Lidoro Quinteros 1386 (C1428BXR)
Buenos Aires, Argentina
Tel : (5411) 4782-4752; 4786-7500; 4786-7666.
Amigos, ciudadanos, profesores, enfermeros, médicos, trabajadores sociales y miles de personas se los van a agradecer.
Marcos S. Scauso
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