En el Día de Reyes, los miembros de la comisión Directiva de la CTA y el secretario General de ATE, concurrieron a las instalaciones del Hogar Municipal de Ancianos para saludar Reyes Garay (foto), que cumplía 75 años de edad. Un hombre del sindicato de los lustradores, actividad que casi ha desaparecido en Villa María. Pero persiste la solidaridad sembrada por Garay.
Cuando Ricardo Carballo lo buscó para decirle que llegaban para saludarlo por su cumpleaños se emocionó mucho, fundiéndose en abrazos con cada uno de los asistentes. Garay, que por 58 años lustró zapatos en la ciudad, agradeció a Camilo Rodríguez porque la CTA supo ocuparse de empujar el trámite que le permitió contar con su pensión. Sentado en un banco de los jardines del hogar, la inocultable alegría elevó los vasos para el brindis y no demoraron en llegar los recuerdos. Así contó que nació “cerca de donde el popular intendente Deiver hizo el Parque Infantil”. Su padre, Vicente Garay, “era yuyero. Traía y vendía yuyos de la sierra cordobesa”.
A los 15 años comenzó con su profesión de lustrador y desde chico también adoptó a River Plate como el club de sus amores y, cuando perdía algún partido, “hacían cola para cargarme”.
Siguieron los brindis con una bebida cola y comenzó a desfilar esa Villa María que tanto conoció Garay. Volvió a parecer la figura de Salomón Deiver, ahora como cliente del lustrador. Pero también vinieron a la memoria los encuentros en el “Boxing Club”, de la calle General Paz; púgiles como los hermanos Ledezma o los Mosquera. “Allí sabía ver ‘al Zurdo Heredia’ ” , le dijo a su hijo Jorge Heredia, secretario General de ATE.
Repasando nombres de su profesión recordó a Argüello, Bustamante, Juan Salazar y en especial a quien considera fue su “hermano” Cachito Corazón. “Por años vivió en mi casa del barrio Ameghino, con su mamá incluso, lustrábamos juntos, también lo buscaban para hacer losas. El cantaba y la gente iba para verlo. Solíamos ir juntos a la Botica de Urani”.
Se emocionó recordando a Alberto Rafael Argüello, quien solía recitar versos mientras lustraba. “Estuvo en nuestro sindicato, el Sindicato de Lustradores del Calzado”.
El mismo gremio que organizó la cosa para que Reyes y un grupo de compañeros pudieran cursar estudios primarios, siendo adultos, en la Escuela Nacional 62, situada en la esquina de Dante Alighieri y Cárcano.
“El sindicato supo tener su sede en la calle Alem, a media cuadra del bulevar Vélez Sarsfield”. La mirada de Garay se demoró en el pasado y de allí trajo datos. “Eramos cincuenta lustradores en la ciudad y solíamos hacer unas treinta lustradas por día, creo que ahora quedan dos, Oscar Conrado y Julio Pringles”.
Se levantaron los vasos y ¡Feliz Cumpleaños, Garay! Un hombre que trabajó toda la vida, cuestión que lo hace grande como a todos los que desde su labor casi anónima suman a la sociedad.
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