jueves, 11 de diciembre de 2008

Abrazos para Bechi, Ansaldi y los compañeros cesanteados

En medio de la gira presidencial por Rusia, con un cálido abrazo Juan Carlos Grimoldi saludó a Cristina Fernández. Desde el otro lado del mundo, en varios sentidos, el trabajador José Walter Bechi vio por televisión ese abrazo y le quedó un sabor amargo en la garganta.

José es un trabajador de la carne cesanteado del frigorífico “Logros” de Río Segundo.

En esa ciudad cordobesa todo el mundo sabe que Grimoldi, empresario de la carne, es el mandamás de este y otros frigoríficos. Si bien “Logros” figuraría a nombre de una sociedad cuya presidenta es María Fernanda Espinosa. En la calle se dice que el patrón es Grimoldi, cuestión que queda en claro cuando el personaje llega para hablar con el jefe de planta Eduardo Cañete, con José Mario Roca u otras figuras del lugar.

José Bechi podría haberse puesto contento por la escena que vio en la televisión, de última con los negocios cerrados en Rusia Grimoldi venderá más carne, incluso a la fábrica de hamburguesas que realizó sus propias operaciones comerciales. Pero tanto a Bechi como a su compañero Alejandro Mauricio Ansaldi

ese abrazo ruso les dolió. Fue como una trompada en el centro del pecho, aunque sinceramente hubieran preferido festejar el éxito del empresario argentino. En otras circunstancias quizás se hubieran puesto tan contentos como abrían estado hoy de haber podido reingresar a sus puestos de trabajos tal cual lo había establecido la jueza de conciliación de la ciudad de Córdoba, Graciela del Carmen Escudero de Fernández que hizo lugar a una medida cautelar solicitada mediante el patrocinio de la abogada de la CTA Cecilia Pérez Correa.

A mitad de la mañana Bechi, Ansaldi, la abogada y un par de trabajadores llegaron a la sede del frigorífico, en las afueras de Río Segundo. La única compañía que tenían era la de Jose Luis Bernabé y Jesús Chirino, de la CTA Villa María. La justicia ya había ordenado que fueran reinstalados, pero la empresa no quiso acatar lo fijado por la jueza negándoles el ingreso al frigorífico. La reacción fue llamar dos móviles policiales por la “preocupación” que les causó que este cronista sacara fotografías de la escena.

No hace mucho tiempo Bechi y Ansaldi ingresaban cotidianamente al frigorífico para trabajar, igual que los otros 46 empleados despedidos. Pero el 24 de octubre estos dos trabajadores, delegados gremiales por el Sindicato del Personal de la Industria de la Carne, concluyeron sus mandatos sin que se llamara a elecciones. Un día después, en la mañana del sábado 25, les llegó el telegrama de despido a sus casas. Lo mismo les pasó a otros diez trabajadores. El 7 de noviembre siguieron echando gente hasta llegar a 46 trabajadores. El sindicato, que en Córdoba tiene como secretario general a José Montoya, hizo una asamblea en el lugar para explicar que lo mejor era aceptar los despidos y cobrar la indemnización. Supuestamente el frigorífico estaba en “crisis”.

Pero parece que la referida crisis de la empresa no era económica dado que solo despidieron a los delegados que se animaban a plantear cosas y, junto con ellos a los activistas que reclamaban mejores condiciones laborales. Ahora, más temprano o más tarde, la gente de "logros" deberá cumplir con la justicia.

Cuando se recomendaba aceptar los despidos, alguna trabajadora que había participado de una reunión de la CTA tiró la idea, por qué no ir a buscar el abrazo de los compañeros de la Central. Y así fue, algunos dirigente cetetista los abrazamos y si bien hoy no se cumplió con la orden judicial, nos seguimos dando esos abrazos que dejan buen sabor en la garganta y que le llamamos solidaridad.

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